Acabas de conocer a alguien que te ha seducido a primera vista... y, en principio, parece
que la novedad debería ser suficiente. Pero... las fantasías surgen inmediatamente. Si realmente has quedado deslumbrada no dejas de imaginar qué pueden hacer juntos y cómo.
Sin limites. Sin vergüenza. Sin censuras. Quizá jamás llegarás a intimar con él, pero tu imaginación ya se ha puesto a trabajar.
Materializando las fantasías...
La pasión ha florecido y las fantasías no tienen porqué cesar. Nada impide que las
aventuras reales se complementen con las historias ficticias. Cuando la pareja ha
llegado ya a acomodarse en una cierta rutina... la fantasía se convierte en el mejor
estímulo para la innovación. Recurrir a los más calientes ocurrencias que propone nuestra
mente puede ser un sencillo y práctico método para lograr que no decaiga el ímpetu del
amor. ¿Con qué sueñas, amor? Deja de soñar y... ¡vívelo! Cuando la confianza ya ha
fraguado completamente es el momento de liberar completamente todos los impulsos
sexuales; siempre que sea un juego en el que ambos participen voluntariamente. Y siempre que el placer sea mutuo.
¿Hay límites para las fantasías eróticas?
Los paraísos eróticos a los que nos transporta consciente o inconscientemente nuestra
mente son un oasis de placer. O por lo menos así debería ser. Las fantasías sólo tienen un límite: el propio placer. En el momento en que un sueño no produce bienestar se convierte en una pesadilla.
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