9/14/2010

Rechazo y ansiedad ante el acercamiento


El rechazo de una mujer no nos va a causar un daño físico, lógicamente. Pero emocionalmente, el rechazo puede ser una experiencia demoledora. Para comprender las razones de esto, tenemos que observar cómo era el antiguo entorno para el cual estamos diseñados.
En una tribu, hay un reducido número de mujeres disponibles en época fértil. Cuando un hombre se aproxima a una, se expone al rechazo. Si esto ocurre, las otras mujeres lo sabrán y diminuirá su valor para ellas (quizás hasta el punto de que ninguna se empareje con él). Esto se llama preselección (las mujeres buscan la validación social de sus opciones). Un pretendiente que es preseleccionado será más atractivo, mientras que un hombre que ha sido rechazado lo será menos.
     Otro factor referido a la ansiedad ante el acercamiento es la posibilidad de que la mujer de la tribu ya esté con otro hombre, en cuyo caso hay un componente real de peligro físico para cualquiera que se acerque a ella.
     Por todas esas razones, y algunas más, los hombres sienten naturalmente ansiedad ante el acercamiento. Por supuesto, en la sociedad moderna ya no existe ese problema. Si soy rechazado, puedo irme a otra parte del bar, o dejar el bar por completo. Lo más probable es que nunca más vuelva a ver a ninguna de esas personas. Pero mis emociones no lo saben. Mis emociones tratan de hacer lo que es mejor para mí.
     Entontes, ¿cómo evitar el miedo al rechazo?
La respuesta es: no puedes. No es una solución tratar de no ser vulnerable. La solución es abrazar tu vulnerabilidad, abrazar el rechazo, y dejar que el campo te muestre lo que es bueno y lo que es malo. La mayor parte de esa ansiedad es el resultado de rechazos imaginados, no de los reales. Finalmente, el tiempo en el campo te insensibilizará de la emoción del rechazo. En un juego donde podrías jugar cinco o diez partidos cada noche, perder unos pocos aquí y allá nunca parece una tan grave.

Y recuerda, si no haces que ocurra, la naturaleza eliminará sin remordimientos tus genes de la existencia.