En el mismo instante en que nuestro corazón intuye que está naciendo el amor se desprenden las ataduras, se deshacen los lazos, se abren puertas y ventanas, nos relajamos... Dejamos que él nos conozca y penetre en nuestra verdadera personalidad.
¡Perfecto! La verdadera unión sentimental nace del conocimiento mutuo, de la confianza
y de la comunicación. Pero... ¡cuidado! No abrumes a tu pareja con un chorro de
información. Intenta dosificarla.
Explicar tus cosillas está bien. Pero ya sabes que la comunicación es algo recíproco. Así
que abre las orejas y prepárate para escuchar sus confidencias. Y procura ser tan
tolerante con él como le exiges que lo sea contigo.
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