Sí, sí... la confianza, la comunicación, la franqueza... Eso está muy bien, pero también
tiene sus límites. ¡Quizá sea mejor que ciertos secretillos no vean la luz! Él insiste e
insiste: ¿cuántos amantes has tenido? ¿soy yo el mejor?... Lo pregunta incansablemente
pero... ¿estás segura de que lo quiere saber?
Si piensas que tus respuestas pueden herirlo o derrumbar su ego, apúntate a la
estrategia de la evasiva o, sencillamente, miente. Y ¡tranquila! Estas inocentes
mentira no te condenaran al fuego eterno.
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